Qué difícil situación la de hablar a los niños de la muerte. En esta sociedad tanatofóbica en la que vivimos, la muerte nos resulta intolerable siquiera en el pensamiento, cuánto más en la palabra y cuánto más si tenemos que usarla para causar un dolor profundamente desgarrador en un niño o una niña muy cercanos, tal vez nuestros propios hijos.
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