Personalidades excesivamente dependientes, desconfiadas, excéntricas, explosivas, engreídas… Personas que se aislan, que sienten que no conectan con nadie, que nadie las comprende… Gente que sufre por cosas que a los demás les parecen insignificantes, que cambian de humor rápida e intensamente… borderlines, peeterpanes, adivinadores o conversadores con lo celestial, histéricos, autoexigentes en grado superlativo… Usamos todas estas palabras en el lenguaje coloquial porque es una realidad mucho más presente de lo que podemos reconocer. ¿Cuál es la distinción entre rasgo de la personalidad y trastorno de la personalidad? ¿Cuándo una “fuerte personalidad” es más bien un trastorno de la personalidad? ¿Cuál es la cuota de sufrimiento suficiente? ¿Quién debe sufrir, la fuerte personalidad o quienes les rodean? ¿Debe haber sufrimiento en todo caso?
Lee el artículo completo pinchando en el enlace del Centro Psicológico Cepsim.